sábado, 4 de diciembre de 2010

Primavera en Diciembre

Ya era de madrugada, pero él no se iba a ir. Estaban abrazados en un cuarto casi a oscuras y casi a, además y todavía, solas. Sí, no estaban solos porque ese algo (o alguien) más era el sentimiento que salía a flote, por momentos claro está.
-¿Te vas a quedar acá por siempre, cierto?
-La eternidad es muy corta.
Ella sonrió y él, sin saber por qué, también. ¿Acaso ese momento llegaría a su fin? Esperaba que no.
-¿Alguna vez te dije lo mucho que te quiero?-dijo.
-Un par creo, pero jamás imaginé que fuera tanto.
La verdad es que siempre la había querido, fueron meses enteros guardando el sentimiento, privándole el derecho a salir a flote. Los días habían sido duros, pero el verdadero amor te espera.
A lo lejos, se veía a ambos paseando y riendo en tantos lados. Su imaginación empezaba a jugar en su contra, pero a él no le molestaba en todo caso.

...

Al otro día se encontraban en un malecón. Estaban tomados de las manos mientras veían la puesta del sol.
-Que momento más bello-le dijo
-¿Ves el horizonte?-preguntó
-Sí
-Ahora cierra los ojos y abre los brazos. Confía en mi.
Ella obedeció. Casi al instante cerró los ojos y abrió los brazos.
-Ahora, escúchame. Siéntete libre, eres libre cual paloma volando en primavera. Confía en mi.
La tomó por la cintura y el cerró los ojos también.
-Ahora, yo también he cerrado los ojos. Quiero saber si esto es un sueño, porque pareciera que lo fuera. Dame un prueba de que esto es real, por favor.
Ella asintió y abrió los ojos, volteó y lo besó. Él sentía que volaba sobre amplias y verdes praderas, luego abrió los ojos y le dijo.
-Gracias.
Caminaron de la mano nuevamente. Esta vez bajaron a la playa y caminaron paralelo al horizonte.

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