Caminaba. El ruido de su andar era ofuscado por el ruido del viento. Avanzó lentamente por el sendero iluminado y guiado por las estrellas. Había llegado al río, rápidamente vió el reflejo. Le devolvió la mirada un chico de no más de 20 años, cabello esponjado y castaño, y ojos negros profundos.
-Ya te ví-dijo- Si deseas puedes salir.
Atrás de él apareció una pequeña silueta iluminada.
-No has cambiado en nada-le dijo
-No puedo decir lo mismo de ti- respondió el muchacho
-¿A qué has venido?-le pregunto la silueta-¿Qué buscas de mi?
-¿Has visto como está todo por alli?-le respondió-He venido por eso.
-No puedo hacer nada por cambiar esa realidad. Cada día que pasa me voy volviendo cada vez más insignificante. Los hombres se olvidan de mi, así como olvidan a los seres que los aman. Es sólo cuestión de tiempo para que desaparezca.-dijo la silueta-Ahora te vuelvo a preguntar.¿A qué has venido, qué buscas?
-Es facil decir todo eso, pero ¿Qué has hecho tú para cambiar esa situación?-le respondió el muchacho-Te has quedado con los brazos cruzados. No has tenido la valentía de hacer nada. Tan sólo mirabas como el mundo va a su debacle.Pero yo, yo no soy como tú por eso he venido aquí. Te necesito. Yo me rehuso ver que todo se caiga como una torre de papel, pero ¿Cuántas personas más pueden ser como yo?
A eso sólo tu tienes la respuesta-le replicó la silueta.
Por eso te necesito, debo convencerlos de hacer algo por salvarnos. Ahora mismo todos están inmersos en la guerra. Quiero sembrar paz, pero para sembrar paz debo sembrar esperanza antes. Ahora lo entiendes?
Sí-le respondió la esperanza-tenemos un arduo camino por delante.
Eso no importa-respondió el muchacho- Contigo a mi lado sé que todo saldrá bien.
Pues que hacemos aca parados hablando-le respondió- Adelante.
Rafael Espinal
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